lunes, 18 de julio de 2016

Personajes del río

Por Lorena Suárez (Publicado en Revista "Cuenca, un recorrido por el Matanza Riachuelo", N° 5, julio 2016)

Autoría: Luis Gusmán
Título y Editorial: El peletero, Edhasa
Páginas: 248
Edición: 2007

“Navegaban a bordo de una lancha que salía de Dock Sud, atravesaba el Riachuelo, pasaba por Lanús y llegaba hasta un poco antes de Puente la Noria, donde una barrera de plástico les obligaba a emprender el regreso. La navegación entre ida y vuelta duraba apenas unas tres horas.

La Municipalidad se había propuesto reciclar el Riachuelo y volverlo navegable. Un proyecto faraónico consistente en desmantelar los restos de fábricas abandonadas y las villas costeras para construir una reserva ecológica y hasta un barrio privado. Pero primero había que quitar el olor a podrido del río”.

En estos dos párrafos Luis Gusmán describe el Riachuelo en el año 2007, cuando escribió su libro y ACUMAR aún no había empezado a dar sus primeros pasos, ni a ejecutar gran parte de las obras que, entre otras cosas, redujeron ese mal olor del río.

El peletero es una historia de dos personajes atormentados que por esas cosas del destino se encuentran y se asocian para cometer un acto final, reivindicativo, que intentará poner en su lugar las injusticias sufridas. El Riachuelo no es un protagonista del libro, sino más bien el escenario donde se desarrolla gran parte de la trama.

El personaje del peletero sufre porque la profesión a la que le ha dedicado su vida, lo mismo que sus padres y abuelos, se encuentra cuestionada. Ya no es ético vivir de un oficio basado en la matanza de animales. Hueso, su socio, es un personaje border, vive en un asentamiento y su trabajo consiste en navegar el río todos los días, llevando pasajeros que miran el agua y analizan la contaminación. Ambos se embarcan en una serie de episodios que derivan, incluso, en un intento de atentado contra la ONG ambientalista Greenpeace.

En el relato de Gusmán, el Riachuelo es un lugar oscuro donde la niebla y la bruma amparan hechos turbios. Hueso los conoce e intentará desentrañarlos; pero al mismo tiempo el río es su lugar, un espacio donde él se mueve con soltura, con conocimiento , reconoce sus rincones y detalles, lo siente propio. Quizás todo el relato podría acontecer en cualquier otro sitio, pero el autor ha elegido ese lugar para representar las emociones, a veces ásperas, de sus personajes.

¿Qué pasaría si Gusmán tuviera que escribir El peletero hoy? ¿Seguiría siendo el Riachuelo –hoy sin olor, sin barcos hundidos, sin bruma (aunque con muchos problemas, sobre todo habitacionales, por resolver)–, el mismo escenario que elegiría para describir el lugar de pertenencia de Hueso?

Acaso cuando en el imaginario colectivo y en la literatura, el Matanza Riachuelo ya no sugiera visiones negativas, tal vez entonces lo habremos recuperado. Mientras tanto, El peletero es una novela de intriga y elocuencia que vale la pena leer...

lunes, 22 de febrero de 2016

“Hoy todos pueden solicitar información a ACUMAR”

Una charla para repasar los principales logros en el área de información pública y dar cuenta de la complejidad que implica dar respuesta a las solicitudes.

Por Lorena Suárez (Publicado en Revista "Cuenca, un recorrido por el Matanza Riachuelo", N° 4, septiembre/diciembre 2015)

Natalia Manzelli es periodista y desde 2010 forma parte del equipo de trabajo de la Coordinación de Comunicación e Información Pública de ACUMAR, dependiente de la Dirección General de Relaciones Institucionales. Hace un año y medio está a cargo de la gestión de los pedidos de información que ingresan al organismo.

¿Cuál es tu rol en ACUMAR?
 Me encargo de todo lo que es información pública: gestiono los pedidos que ingresan, ya sea de particulares o de organizaciones sociales. También represento al organismo en las acciones de gobierno abierto y digitalizo los expedientes de la Causa Mendoza que se tramitan en el Juzgado Federal N° 2, que luego son publicados en la página web. Y además administro los contenidos que se publican en el botón “Causa Mendoza” de la página web de ACUMAR.

En 2004 la problemática de la cuenca fue llevada a instancias judiciales por un grupo de vecinos que presentaron una demanda en reclamo de la recomposición del ambiente y la creación de un fondo para financiar el saneamiento. 
Esta situación dio origen a la causa Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios (daños derivados de la contaminación ambiental del Río MatanzaRiachuelo)”. Allí se responsabilizaba por daños y perjuicios al Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a 44 empresas. Posteriormente, se amplió la demanda hacia los 14 municipios de la Provincia de Buenos Aires por los que se extiende la Cuenca Matanza Riachuelo. 
El 8 de julio de 2008, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó un fallo histórico donde se obliga a ACUMAR a llevar a cabo un programa cuyos objetivos son: 1) la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la cuenca; 2) la recomposición del ambiente en todos sus componentes (agua, aire y suelo); y 3) la prevención de daños con suficiente y razonable grado de predicción.]

 ¿Quiénes pueden presentar pedidos de información?
 Cualquier interesado en tener información sobre algún tema vinculado a la causa, o el estado de avance de algún aspecto del Plan Integral de Saneamiento Ambiental. También puede hacerlo una organización social. Para eso, solo tiene que acreditar su identidad con su DNI, en el caso de los particulares, o de su apoderado, en el caso de las organizaciones.

¿Qué recorrido realiza un pedido de información pública una vez que se formaliza?
Está reglamentado por la circular de la Presidencia del organismo, N° 4 de 2014. Una vez que ingresa como pedido, se abre un expediente y se remite a la coordinación de Comunicación e Información Pública. Así me llega a mí. El hecho de que se genere un número de expediente hace más fácil el seguimiento; luego de analizar el pedido, se remite al área técnica correspondiente, quien una vez elaborada la respuesta la remite nuevamente al área de Comunicación. Acá se analiza que no falte ningún punto por responder y se desarrolla un modelo de nota que se envía al área de jurídicos para que de el “ok” y confirme la pertinencia. Luego va a presidencia ejecutiva para la firma y finalmente va a Secretaría General para que envíe la respuesta al interesado. Una vez realizado el circuito la respuesta vuelve acá, donde se digitaliza y se publica en la página web.

¿Qué rol ocupa la información pública en la Causa Mendoza?
 Es importante, porque es una de las mandas de la Corte Suprema de la Nación; pero también porque es un compromiso asumido por esta Coordinación y por ACUMAR: acercar la información relacionada a los avances en el Plan de Saneamiento a todos los interesados. Es un aspecto muy importante en la recuperación de la Cuenca Matanza Riachuelo porque apunta a la inclusión y a garantizar la participación de la sociedad en el proceso, más allá de lo que exige el fallo.

¿Qué tipos de pedidos de información pública recibe el organismo y qué nivel de respuesta está teniendo?
Los pedidos son más que nada de información técnica: reconversión, obras, villas y asentamientos, relocalizaciones, salud. Están en relación a los ejes de acción en los cuales se desarrolla la actividad de ACUMAR.
Al momento, hay 222 pedidos de información pública que ingresaron desde 2011 a la fecha, de los cuales 211 ya fueron respondidos, lo que da un 95 por ciento de respuestas efectivas. Hay un alto nivel de respuesta.
Esas respuestas, en su mayoría, la generan las áreas técnicas o se pide la información a otros organismos intervinientes: los Municipios, AySA, Aguas Bonaerenses S. A., el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible, etc.

¿Cuáles son los principales logros en esta materia que podrías enumerar?
En primera instancia el relevamiento y el trabajo que se hizo con los pedidos de información pública, en el desarrollo y formalización de un procedimiento interno que nos dio el marco para acelerar el proceso. Ahí descubrimos que había más de 90 pedidos sin respuesta y lo que se hizo fue ingresarlos al sistema; durante 2014 estuvimos trabajando en eso, a la vez que se sumaron los pedidos de ese año.
Hoy estamos con un 95 por ciento de pedidos respondidos. Eso fue un logro importante que reconoció tanto el juzgado como las ONGs y la Defensoría. También nos permitió establecer un cambio cultural al interior de ACUMAR en la gestión de las solicitudes de información pública, y eso fue muy positivo.
En todo esto fue esencial el desarrollo de la nueva página web, porque ahora se encuentra más fácilmente la información y eso hace que disminuyan los pedidos, y disminuye también el tiempo de respuesta, dando más efectividad.
Los micrositios de los ejes de acción del organismo permiten agilizar el proceso, y facilitan la navegación.

En la nueva página web se ha incorporado un botón con información de la causa, ¿a qué obedece y qué información se publica en esa sección?

En principio obedeció a un pedido del juzgado pero fuimos un poco más allá. El botón tiene presentaciones y resoluciones, pero se agregaron dos opciones importantes: el acceso a la causa que lleva el juzgado N° 2 de Morón y el acceso a la información del juzgado de Torres. Ahora no sólo las partes pueden acceder a los expedientes, que estaban encerrados en un juzgado en el que había que pedir vistas en ventanilla de Entradas para acceder a ellos. Hoy son públicos.
Además, sumamos un acceso al video de la última audiencia pública y otro acceso a un calendario de audiencias y vencimientos judiciales, que facilita el control y seguimiento de la causa. Creo que en ese sentido se logró muchísimo.

¿Y qué otras acciones realiza ACUMAR en relación a la información pública?
También participamos de la coordinación en el grupo de trabajo de Gobierno Abierto, que es una iniciativa de la Jefatura de Gabinete de Ministros, en asociación con la Organización de Gobierno Público, donde se acuerda un plan cada dos años con compromisos en materia de Gobierno Abierto: transparencia, participación, tecnología. Este plan está en proceso y de ahí van a salir los compromisos de los distintos involucrados.

¿Crees que hubo avances en esta área? ¿Qué se logró y qué falta?
Nos estamos planteando la idea de poner todos los pedidos de información pública on line, que nos evitaría duplicar esfuerzos y facilitar el acceso. Es importantísimo que hayamos podido quedar prácticamente en cero con los pedidos de 2011 al 2014, seguir actualizando la web, seguir trabajando la relación con las áreas al interior de ACUMAR, mejorar la información georreferenciada, que pueda ser más colaborativa, desarrollar más aplicaciones, pero avanzamos mucho y seguiremos avanzado… 

El Riachuelo de Quinquela

Por Lorena Suárez y Marta Sacco
(Publicado en "El Riachuelo de Benito Quinquela Martín", editado por Museo Quinquela Martin y ACUMAR, noviembre 2015)

Recrear a Benito Quinquela Martín, imaginarlo ahí, por el barrio de La Boca, por sus calles, por la ribera, e intentar ver el mundo desde sus ojos, con sus colores, con sus matices y con el Riachuelo de escenario no es tarea sencilla. Por eso, fuimos en busca de quienes tuvieron la fortuna de compartir pequeños fragmentos de su paso por este mundo, es decir, su río y su barrio.
Con el mítico bar Roma de escenario, conversamos con Ramón Ayala (artista, músico y pintor), con Rubén Granara Insúa (vecino oriundo de La Boca, Presidente de la III° República de La Boca y director del Museo Histórico del barrio) y con Rodolfo Edwards (poeta y periodista). No hizo falta insistir; ni bien los convocamos, nombramos a Benito, al Riachuelo y, mágicamente, estábamos ahí, café de por medio, recreando a Quinquela…
Muchas veces se lo presenta como el pintor de La Boca del Riachuelo, su pintor por excelencia, pero ¿qué significaba el Riachuelo para él? ¿Qué representaba ese río en la vida cotidiana de los barrios que se erigieron en sus márgenes, en la época en que produjo lo más fructífero de su obra? ¿Por qué el Riachuelo merecía ser retratado? ¿Cómo era el Riachuelo cuando lo pintaba?
Ayala lo define con una palabra: “maestro”, y la palabra requiere ser contextualizada. Ramón estudió en la escuela primaria que Quinquela creó en La Boca, frente al Riachuelo, para “los pibes” que como él, quisieran durante su infancia dedicarse a la pintura. “Cada aula tenía un mural de Quinquela”, recuerda. “Por eso, era muy común estar estudiando con el profesor y que el pintor entrara con algún invitado, a quien quería mostrar su mural. Y así, de repente, estaba entre nosotros, veía nuestros trabajos, los comentaba. Era una figura muy presente en la escuela”.
La teoría de Quinquela era que si los niños estaban en contacto con los murales en las aulas, ese contacto con el arte les despertaría curiosidad y los estimularía artísticamente. Edwards afirma que en su caso esa teoría se cumplió. Cuenta que de niño era muy amigo del hijo del portero de la escuela. “Los fines de semana yo iba a jugar al colegio con él. Andábamos por los pasillos, por las aulas y, a veces, íbamos al último piso a ver a Quinquela, a espiarlo; lo veíamos trabajando en su casa que estaba en el último piso. Eso marcó mi vida, estar empapado de arte todo el tiempo durante la infancia un poco también me llevó a ser artista”, afirma.
En cuanto a su relación con el Riachuelo son muchos los rumores que circulan en el barrio: que un día chocó y casi hundió su embarcación-taller; que no sabía nadar, que repetía frecuentemente que él al río solo podía pintarlo, que no quería árboles en la ribera ni le agradaban los puestos de venta de sandía, que frecuentemente se establecían al pie del Puente Transbordador.
Granara Insúa define a Benito como “el hacedor de la ribera”. Recuerda un día, a fines de los años ‘60, una charla con Quinquela: “Yo era muy joven pero él no me tuteaba. Era la hora del atardecer y se veían los reflejos del sol en el agua del Riachuelo, entre dos barcos. Me dijo: '¿Vió que todos hablan de los colores de Quinquela? Ahí están los colores de Quinquela. Yo no los inventé. ¡Están! ¡Vea! ¡Están!', me señalaba entusiasmado. Por eso yo siempre digo que La Boca no era un barrio gris al que Quinquela dio color. La Boca siempre tuvo color: las casas, la ropa colgada, la vestimenta. El simplemente lo inmortalizó”.
Para Ayala, “sin el río no existiría Quinquela. Benito es una extensión del río, que a la vez es un espejo del cielo. Él pudo ver sus distintos colores, captó sus luminosidades pero también sus sonoridades. En su obra hay sonidos de proas, murmullos de distancias, de países, de historias, de culturas”. Esas sonoridades que menciona Ramón eran las que bordeaban al Riachuelo y su puerto, una zona de mucha actividad comercial, repleta de almacenes navales, de astilleros, de cantinas, de gran tránsito de obreros y marineros. De manera similar, Granara Insúa hace énfasis en los sonidos: “En La Boca todos cantaban. Cantaban las mujeres que lavaban ropa en los patios, cantaban los boteros que cruzaban gente de un lado a otro, cantaban los obreros del puerto, especialmente cantaban sonatas. Esta zona era un lugar muy alegre”, recuerda.
Gran parte de la población de los barrios cercanos al río, en especial de La Boca, era gente muy ligada al puerto. El propio Quinquela se desempeñó como trabajador portuario, cargando y descargando carbón. Granara Insúa cuenta que su familia tenía un barco amarrado en el puerto y que era muy común salir a navegar los domingos, cocinar a bordo, ir hasta el puerto de La Plata. El padre de Edwards era marino, combatió en la guerra civil paraguaya del año ‘47. “Mi viejo estuvo en la fuerzas que perdieron y se tuvo que venir para Argentina a vivir con toda la familia, vivíamos en Almirante Brown y Martín Rodríguez, en un conventillo. Se vino acá a trabajar de obrero marítimo. Él fue bajando por el río y llego acá a La Boca, por eso yo digo que vengo bajando por el río”. Esta es la misma historia de su madre, que llegó al barrio desde Corrientes, y de la familia de Ayala, oriunda de Misiones, y venida al sur también a trabajar en las fábricas y negocios del puerto, un lugar poblado de tantos inmigrantes del país y del mundo, llegados también en busca de un medio de vida.
El puerto de La Boca, desactivado en los años ‘70, fue clave en la vida de Quinquela, quien se definía como “artista de barrio y carbonero del puerto”. Granara Insúa considera que “el puerto y el río son la existencia de La Boca” y recuerda que “La Boca y el río estuvieron en contacto permanente. Caminar por la ribera era el paseo obligado de los domingos. Cuando éramos niños nuestra distracción era ir al puerto, hablar con los marineros, pedirles monedas de los distintos países”.
Edwards recuerda que le encantaba ir a la Isla Maciel. Cruzar el río era toda una aventura. “Ahí tenía compañeros de colegio y jugábamos a la pelota del otro lado. Una vez, jugando al lado del Riachuelo, una pelota que era mía se cayó al río. Había un buque ruso y trataron de salvar la pelota. Son imágenes que a uno le quedan…”.
Ayala también recuerda su infancia en Dock Sud, los cruces en la barquilla del Transbordador rodeado de obreros, familias, niños; recuerda los baños en el Riachuelo, las escapadas y corridas cuando algún vecino propietario de las fincas del lado de Avellaneda los encontraba trepados a algún árbol, robando frutas. Recuerda los colores, los personajes, los escenarios: “Yo viví en un conventillo en el Docke, en Irala y Facundo Quiroga; eran los años ‘40. Cuando había mucho viento teníamos que sujetar bien las chapas porque se volaban”, recuerda sonriente, como si no pudiera creer lo que recuerda.  En esos años sucedió la mayor inundación por una crecida del río y fue una de las pocas veces que Dock Sud se inundó. “Fue terrible. Recuerdo que un vecino me cargó en sus hombros y así desde arriba yo podía ver cómo la gente corría a preservar sus cosas. La inundación no era muy común en el Docke, la gente no estaba acostumbrada y solo pensaba en sobrevivir”.
Granara Insúa recuerda que para los niños de La Boca las inundaciones eran una fiesta. Las camas se ponían sobre las mesas, “en casa teníamos 4 pianos”, recuerda. “Los levantábamos con sogas que colgábamos a la tirantería del techo. Una inundación me acuerdo que el tirante se rompió y uno de los pianos se vino abajo”, sonríe. “Las inundaciones eran momentos de mucha solidaridad entre los vecinos. Las familias acomodadas organizaban colectas de ayuda, los vecinos que vivían en las plantas altas alojaban a los de planta baja, que eran los más perjudicados. Los que tenían botes salían a hacer las compras para todos, les encargaban pan, leche, lo que necesitaran”.
Ese espíritu solidario y obrero era también parte de los bordes del Riachuelo. Ayala recuerda que “cuando tenía 15 años, mentí mi edad -dijo que tenía 18- para entrar a trabajar en el frigorífico Anglo, que se ubicaba en la ribera del Riachuelo del lado de Avellaneda. Allí trabajé unos meses hasta que pude comprarme mi primera guitarra. Yo llevaba las menudencias en un carro y ahí unos hombres gigantes superabrigados y con guardapolvos blancos, recibían los carros y los llevaban a las cámaras frías”. Así pude comprar mi guitarra y tomar clases para aprender a tocarla. Mi profesor era también calafatero de barcos y trabajaba en el puerto. Recuerdo sus manos duras, llenas de cayos. Era un italiano. Se llamaba Tucci”.
Quinquela, el barrio de La Boca, el Riachuelo son presencias muy fuertes en la vida de los tres: Edwards, Ayala y Granara Insúa; todos, al hablar del entorno portuario que tan presente está en la obra de Benito, hacen referencia a su infancia, a esa época de prosperidad, de ebullición social, de mucha efervescencia. “No lo podés evitar, estaban todo el tiempo ahí. Siempre vuelvo al barrio, nunca me fui”, explica Edwards.

Ayala vuelve a recordar su trabajo en el frigorífico, “convivíamos con el Río, trabajábamos miles de obreros en la producción de carne, hasta que llegaban los barcos ingleses y se llevaban “todo”.  Y ese “todo” queda ahí revoloteando en la contradicción. No todo, pienso. Está Quinquela, está el Riachuelo…

lunes, 18 de mayo de 2015

“Queremos una Cuenca que sea productiva y que el río forme parte de nuestra vida cotidiana" - Diálogo con Lorena Suárez, Coordinadora de Comunicación e Información Pública de ACUMAR - ANDÉN 81

La gestión de los recursos hídricos requiere de un diseño de políticas a largo plazo. Máxime cuando el área en cuestión es basta, densamente poblada y lleva siglos sin atención. Lorena Suárez, responsable de la comunicación de ACUMAR así como de varias ONGs vinculadas al Riachuelo, conversa con Andén sobre la actualidad del organismo, sus tareas y problemáticas.

Escrito por Yael N. Tejero Yosovitch, publicado en periódico ANDEN (mayo 2015)
Foto: Santiago Vivaqua
ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) es un organismo tripartito, es decir, está compuesto por tres gobiernos: el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el de la Provincia de Buenos Aires y el de la Nación. También, es un organismo judicializado: si bien la entidad fue conformada en 2006 por decreto de Néstor Kirchner, en 2008, tomó otra impronta debido a que la Corte Suprema de Justicia trató el tema del Riachuelo y dictó un fallo ejemplar. Una de las cosas que determinó ese fallo es la creación de una autoridad de cuenca que cumpla con tres macroobjetivos: mejorar la calidad de vida de los que residen en la cuenca, recomponer el daño y prevenir futuros perjuicios. Además, en 2010 se terminó de delinear un desarrollo integral de saneamiento con once líneas de acción para el organismo, entre ellas: salud, comunicación, información pública, control industrial, calidad ambiental, etc.

Andén: ¿Cuáles son las causas principales de contaminación?
Lorena Suárez: Según el diagnóstico, son varios factores. Primero tenemos los residuos sólidos urbanos, es decir, la basura. El río tiene arroyos que atraviesan zonas urbanas y muchas de ellas no tienen recolección formal de residuos. Por eso, se desarrolló un sistema que actúa sobre barreras que son arrastradas hacia un obrador que actúa como una grúa que retira del agua esos residuos, se suben a un camión y se hace la disposición final. ACUMAR retira aproximadamente quinientas toneladas de residuo sólido del espejo de agua por mes. El segundo factor son los vuelcos industriales. La actividad industrial más grande del país está en la cuenca. El primer paso fue tener un registro de todas esas industrias, que antes no existía. Tuvimos que desarrollar un padrón para saber cuántas son, cuáles son, dónde se encuentran y cuáles vuelcan fuera de los parámetros establecidos. Hay unas mil trescientas que fueron declaradas agentes contaminantes y están obligadas a desarrollar un programa de reconversión industrial que llamamos PRI. Hay un área que se ocupa del seguimiento en determinado plazo y si no lo cumplen, se las clausuran y multan. El tercer factor es el desecho cloacal. Hay muchos barrios a la vera del Riachuelo que son muy vulnerables. Son espacios que no fueron pensados para ser habitados y no cuentan con agua potable ni cloacas. El residuo de esas poblaciones va a parar a la cuenca. El año pasado se adjudicó un crédito del Banco Mundial para hacer una gran obra llamada técnicamente “Colector Margen Izquierdo”, que va a atravesar desde Soldati hasta La Boca. Irá por vía subacuática hasta plantas de tratamiento; luego, se vuelcan esos residuos ya tratados al Río de la Plata. Es una obra millonaria que va a ejecutar Aysa. Esas son las tres causas y las tres acciones para revertirlas, que son procesos largos: hoy están en marcha, pero no están concluidos aún.

El Proceso de Reconversión Industrial, ¿es suficiente? ¿No hay necesidad de traslado a polos industriales?
Es una buena pregunta, porque tiene que ver con una posición ideológica. ACUMAR y el Estado Nacional, que es el mayoritario en lo que tiene que ver con las decisiones del organismo, definieron que vamos a acompañar a las industrias en su reconversión y que produzcan de manera limpia. Dado que son zonas densamente pobladas que atraviesan el Conurbano; además, queremos preservar la fuente de trabajo, y en otras experiencias en el mundo, las industrias se relocalizaron, pero eso no preservó la fuente de trabajo y son procesos muy costosos. Son muchas las familias que viven de esas industrias, hay muchas cooperativas y empresas recuperadas. Tenemos una política de subsidios y créditos, así como de acompañamiento técnico y convenios con otros organismos, que dependen de qué tipo de producción hace esa industria para poder acompañar y brindar herramientas de reconversión. Estamos por llegar a la mitad de estas mil trescientas industrias reconvertidas y el resto está en proceso. Nosotros pensamos en etapas. Hay un área que mide la calidad del agua y así se constata que si disminuyen los vuelcos, la calidad mejora, pero queremos una cuenca que sea productiva yque el río forme parte de nuestra vida cotidiana, no solo para la contemplación. Por otro lado, si relocalizamos las industrias, hay un tema cultural: no cambiaste la cultura. Entonces, donde sea que vaya, la empresa seguirá produciendo de la misma manera. Por el contrario, queremos que se quede, pero que produzca de manera limpia. Y ahí tenemos un Estado que a través de ACUMAR, monitorea, fiscaliza y así vamos todos para el mismo lado.

Sin embargo, sí hubo relocalización de sectores urbanos de gente que vivía a la orilla del río.
Sí, hay un plan de relocalización de diecisiete mil familias, en distintas etapas, se están construyendo viviendas. Pero es un caso distinto porque son personas que viven en estado de vulnerabilidad. La Corte entendió, y ACUMAR lo ejecuta, que no puede haber familias viviendo a la vera del río porque es un foco de contaminación y por cuestiones de salud. Tenemos un área de salud que evalúa a la población para trabajar de manera más urgente con los que están más afectados en términos, precisamente, de salud. Hoy en día, el Camino de Sirga es el que tiene mayor urgencia. Este era un sistema que implicaba tirar la descarga de los buques, pero está vigente una ley que dice que el Estado tiene que tener acceso a los 35 metros de costa de los ríos. Entonces, primero había que liberar los 35 metros del Camino de Sirga. Por ejemplo, recientemente, en enero, se relocalizaron ciento diez familias de la villa 26. Vivían en condiciones muy vulnerables por ser asentamientos que fueron ganándole terreno al río ante el déficit de vivienda de esta ciudad. Pero esos lugares suponen un peligro, por ejemplo, en casos de sudestada. Otro caso es el de Villa Inflamable, que tampoco fue pensada para ser habitable, porque está junto al Polo Petroquímico, con suelo afectado por el Polo, lo que no tiene que ver con el río sino con el estado del suelo. La Villa 21-24, es un antiguo basural. Ahí llegaba el tren de la basura de toda la ciudad y se la procesaba. Hoy estamos desandando ese camino y comenzando a relocalizar y dar derecho a una vivienda digna.

Los que nombrás son asentamientos de Capital Federal o cercanías. Pero hay zonas en La Matanza, por ejemplo, donde todavía la gente vive, no necesariamente a la orilla del río, pero sí de sus afluentes.
Las relocalizaciones se llevan a cabo en todos los municipios, en cada uno de los cuales se estableció un relevamiento. Hay un plan de construcción de vivienda y se trabaja articuladamente con la autoridad local. La cuenca atraviesa catorce municipios. En cada uno, se establecieron prioridades. A partir de eso, el municipio pone la tierra y, con fondos de Nación a través del Fondo Nacional de Viviendas, se construyen los hogares. Hay algunos municipios que tienen un atraso mayor en ese aspecto y depende también de qué disponibilidad de tierras tiene, juegan muchas variables. Hay algunas jurisdicciones que están más atrasadas que otras no. La prioridad que se estableció es el Camino de Sirga de curso principal y después vendrá una etapa para los arroyos. Se da prioridad también a las zonas inundables. Siempre que se continúe con este plan, las otras zonas serán también relocalizadas. Desde que se aprobó el Plan de Saneamiento, en 2010, llevamos cinco años de ejecución. Otra experiencia en el mundo, de procesos de saneamiento no tan complejos, como el Támesis, donde no había familias a relocalizar, han demandado entre veinte y treinta años. Estamos en la infancia de todo esto. Lo que sucede es que estas zonas venían con un atraso en términos de política de estado. Entonces parece que todo es urgente. Pero se avanza y las familias serán relocalizadas a su tiempo.
Son procesos largos. En el marco de un Estado democrático, si bien las relocalizaciones son forzosas (dado que está en juego la salud), se desarrolla un proceso de consenso, mesas de trabajo, diálogos, acompañamiento, atención a casos particulares, etc.

¿Qué actores intervienen en la relocalización de las familias?
Interviene la autoridad local, los municipios, pero también Desarrollo Social. Hay un trabajo social ya desarrollado, a diferencia de hace quince años. En algunos casos, hay delegados de las villas; en otros, hay mesas interministeriales, se hacen mesas de trabajo donde se invitan a todos los actores que intervienen en el territorio. ACUMAR participa desde la Dirección General de Abordaje Territorial. Hay una palabra clave en todo esto que tiene que ver con el arraigo. Tratamos de implementar que las familias se muden relativamente cerca del lugar donde viven, que los chicos puedan asistir a la misma escuela, atenderse en los mismos hospitales, etc. Mantener esos lazos sociales fuertes es un derecho y lo respetamos.  

Hablabas de la reconversión industrial de los distintos tipos de empresas en función de disminuir el pasivo ambiental de esa zona. ¿Esto significa que no va a haber más vertido sobre el río?
El vertido cero hoy es una utopía. Te diría que en casi ningún lugar del mundo hay vertido cero. Hay una mesa de trabajo conformada por el equipo técnico de ACUMAR que trabaja en la calidad de agua y otros organismos como OPDS[1], APrA[2], o distintas agencias ambientales que trabajan alrededor de la cuenca. También hay un cuerpo colegiado formado por distintas ONG. Y entre todos se discuten los parámetros de vuelco y la calidad de agua a la que queremos llegar. Tenemos que tener en cuenta que venimos de la prehistoria de todo este proceso. Antes, cualquier industria se instalaba, volcaba lo que quería, cerraba un portón, y no sabías qué había del otro lado. Hoy tenemos registro de qué industrias hay y qué vuelcan. Y esos límites se acordaron con la Corte, por lo tanto, debemos llegar a una primera etapa en que todas esas industrias vuelquen dentro de esos parámetros. Una vez logrado esto, podemos discutir la reducción de los vuelcos. Pero no podemos saber cuándo será esa etapa. Estamos en un país que viene de una crisis (la de 2001) y de niveles de desocupación muy altos. No podemos apretar a una industria a tal punto que tenga que cerrar. No le sirve a nadie. Pero no olvidemos que nosotros no nos ocupamos solo del agua. También trabajamos en la relocalización de familias; la evaluación del estado de salud y la atención de derechos básicos a través de hospitales móviles; la castración de mascotas, la vacunación, los lentes para los chicos, el Papanicolau para las mujeres, controlamos las industrias, los residuos, el ordenamiento territorial, etc. Vamos avanzando de manera sustentable en todos los terrenos a la vez articuladamente.
Otro tema en relación a la calidad que es una discusión pendiente: los barros asentados en el Riachuelo. Determinados fondos tienen componentes vinculados a metales pesados que están como en suspensión. Para poder descomponerse, necesitan determinados niveles de oxígeno. Entonces, a medida que ese oxígeno empieza a aparecer en la cuenca, esos barros entran en descomposición y no terminás nunca de recomponer el agua. Cuando lo lográs, empiezan a activar los barros y se contamina de nuevo. Hay un paradigma que dice que tocar los barros es tremendo. Otra perspectiva dice que si no tocás los barros, no estás encarando el saneamiento como corresponde. ACUMAR estableció un estudio para saber efectivamente qué cantidad hay, dónde están y qué tienen, para tomar decisiones de carácter científico en función de ese diagnóstico.

Hablabas de residuos y del trabajo en conjunto con distintas agencias o empresas estatales. ¿Cómo gestionan eso en función de empresas como por ejemplo el CEAMSE, que tiene su asentamiento sobre un afluente del río?
El tema de la basura excede la problemática de la cuenca. Acá no lo tenemos resuelto: ni los municipios ni la ciudad. Trabajamos en territorio que tiene problemas con la basura, que termina muchas veces en el río. No articulamos con empresas ni nos metemos con la gestión municipal, que es a quien le corresponde ese tema. Tenemos un área de residuos que trabaja articuladamente para fortalecer la gestión en esos municipios. Esto significa que los ayudamos con campañas de separación, de concientización, con cosas puntuales como camiones. La recolección en general es compleja y deficiente. Por ejemplo, en Cañuelas, al lado de la ruta, aparecen residuos de la faena de pollos, de manera clandestina. Es un tema de residuos que se complementa con temas industriales y a la vez municipales. Es prácticamente imposible controlar que eso no suceda. Por eso insistimos con el tema de la conciencia. Desde nuestra área de residuos tratamos de evitar que la basura llegue al Río. Si llega, lo sacamos. El río hoy es un espejo de agua y está mejor, pero es un trabajo constante: un día o una semana que no limpiás y volvemos al pasado.

Escribiste para Página 12 un artículo muy interesante sobre las connotaciones asociadas a las palabras “Riachuelo” y “Matanza”.
Sí,hice un relevamiento de los títulos de los principales diarios nacionales. Un estudio visual acerca de con qué palabras estaba acompañada la palabra Riachuelo: suciedad, contaminación, corrupción, mugre. Lo que eso produce en el lector es la impermeabilidad ante la posible transmisión de una noticia positiva. Parece que todo lo que te van a comunicar sobre Riachuelo es negativo, porque hace muchos años que nos dicen eso. Sin embargo, los que viven cerca del Río ven las mejoras. Aparece la falta de olor, reaparecen usos históricos del Río, que tienen que ver con imaginarios que describo en ese artículo. “Yo remaba”, “Yo pescaba”, “Yo aprendí a nadar en el Río”: emergen esos relatos. Hay una memoria del Riachuelo que hay que recuperar, que está vinculada a la identidad de ese Río, a usos relacionados con el trabajo, por ejemplo. Y también hay que actuar sobre esa cuestión simbólica, cultural y de los imaginarios, porque si la comunidad no se apropia del tema, es muy difícil cambiar. Me desvela que, sin quitar importancia a la cuestión de conflictos culturales ambientales de nuestro país como Famatina o las papeleras, vos veías cientos de autos de los porteños con leyendas que repudiaban esas industrias. Yo no vi una que dijera: “Recuperemos el Riachuelo”. Y es un río que tenemos al lado. ¿Qué pasa? ¿Por qué se invisibiliza tanto ese lugar? Algo sucede con eso.
La cuenca atraviesa gran parte del Conurbano bonaerense. Una de las problemáticas de las que los medios no hablan, son las tosqueras, estos espejos de agua que se producen cuando empresas van y se llevan grandes cantidades de tierra dejando pozos en el suelo. Y muchos arroyos que luego van a parar al Río Matanza o al Riachuelo están conectados con estas tosqueras. ¿ACUMAR tiene alguna injerencia sobre esto?
Sí, hay un relevamiento de eso y está judicializado porque ese problema quedó muy ligado al exjuez que llevaba la causa del Riachuelo, el juez Armella, que hoy está siendo investigado por varios casos de corrupción. Por otro lado, una gran parte de esas tosqueras se hicieron para el desarrollo de una megaobra: la autopista Presidente Perón, que va a bordear el Conurbano. El Ministerio de Planificación está trabajando con eso. Hay otro proyecto del área de infraestructura: el de los reservorios. La idea es terminar con esas tosqueras y hacer obras para retener el agua de las inundaciones que hoy no se está reteniendo y que funcione como reservorio de agua que luego, a través de bombas, puedan volver a su curso.

¿Cuáles son las líneas de acción principales de aquí en adelante?
El tema de los barros va a ser clave. El colector del margen izquierdo va a ser beneficioso para la población. En cinco años ya va a estar avanzada esa obra. Con esa obra funcionando, disminuyendo la carga orgánica que recibe el Río, con las industrias volcando en los parámetros ajustados y controlando la basura que llega al Río, y con grandes avances en relocalizaciones, en cinco años tenemos otra cuenca. Pensemos hoy en la cuestión mediática: la revista Jardín, de editorial La Nación, que cuando puede nos “pega”, sacó una nota titulada “´Paisajes emergentes” con fotos increíbles de la cuenca. Tenemos que tratar de que este plan se sostenga en el tiempo. Las grandes líneas tienen que ver con calidad, abordar el tema de los barros, continuar con las relocalizaciones, el control industrial y el inicio de la obra cloacal

[1] Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible.
[2] Agencia de Protección Ambiental.